Bailando con la luna y el Sol



La experiencia Femenina de la vida como algo exclusivo y único de su género. 


Posiblemente cualquier mujer puede ocupar cualquier puesto masculino sin mayor dificultad que la preparación que conlleva. En la era de la educación universal miles de mujeres deciden optar por la Carrera/trabajo frente a la vida familiar. Siendo un vivir como hombre, el cual a muchas no les acaba de satisfacer más siguen la corriente “porque es lo que se dice que hay que hacer“ más que sentido tiene una experiencia de vida en donde aquello que te distingue per se del 51% del resto de la humanidad no deseas lograr, o directamente muchas ni se puede imaginar de tal privilegio Femenino se quieren auto negar.

Así es que en nombre de una pseudo igualdad de género se trata de sobornar o coaccionar a la mayoría de población mediante limosnas sea educativas, fiscales, etc para que claudiquen para ser un hombre vulgar. El cual ellas deben padecer no solo las penurias de un género(Véase Norah Vincent) si no de regalo el del otro, creando todo tipo de conflictos cuyo origen tiene que ver más con las leyes  kármicas/tikunim que con libre albedrío. Ya que lo virtuoso parece ser la esclavitud del no ser lo que uno es, siendo algo totalmente paradójico ya que ahora gracias al internet el ser es libre de contar la película que uno quiera sobre si mismo.

Mas no por eso cualquiera puede ser un Sol que moviliza diferentes planetas/personas del universo, capaz de crear una galaxia tan maravillosa como la nuestra, siendo esta una virtud exclusiva de Creador. Por eso con Humildad y con su imagen y semejanza pretendemos emular el poder divino con nuestra palabra y acción. Lo cual nos obliga a observar las estructuras que permiten la recreación de la vida en la tierra que emula todo el universo, donde más que a emular este cosmos se  vienen a pasear por nuestro Reino azul.

Así es que son nuestro visitantes extraplanetarios se distinguen de dos maneras, unos son dadores y los otros son receptores. Sabiendo que las estrellas son seres fijos que siempre dan energía, que es distribuida mediante la interacción del Sol y la luna para que ese trabajo sea fértil, el cual gira gracias a la emoción primordial, el Amor. Ese soplo divino que acciono el todo para que esos Hombres-dadores-estrellas transmitan su fuego del conocimiento a lo largo del tiempo para que nuestro mundo sea hermoso como el propio universo. 

Más singularmente es nuestra Luna quien restringe o expande la vida. Siendo un ella que no un él quien decide el dar o recibir vida. Más sin olvidar que todo aquello que da no le pertenece ya que su hermosa luz es reflejo del poderoso Sol. Rey del día y que cede su trono terráqueo a la Reina de la noche que baila de una lado al otro del globo. Una Señora que sabe vestirse para cada ocasión, buscando el cambio permanente. Siendo este cambio diario,  la experiencia de vida que caracteriza a lo femenino, donde los ciclos de fertilidad definen la identidad de niña a mujer. 

La cualla profundidad de la alegoría explica el círculo de vida que toda mujer vive; que conoce  su ocaso con la menopausia  ya que es una luna nueva sin luz mientras que la luna creciente es el embarazo en sí. Llegando a su cenit con el parto con la luna llena, la protagonista que recibe dosis oxitocina natural que no es posible obtener en este mundo si no es de esta manera. Lo que permite a la madre que engendrar una tierra donde orbitar y volcar todo lo entregado por los Hombres-sol que orbitan en nuestro universo, siendo el Sol ese marido elegido para iluminar al bebe-tierra que tiene mucho recorrido para volver a recrear ese baile del universo  a ojos de los otros Soles distantes que observan y participan también en nuestro mundo.

Por eso para concluir que mejor que recordar al Señor del Tiempo Saturno que solidifica la emoción volcada entre el Sol y la luna, creando una realidad que se repite indefinidamente ya que sus propias lunas son quienes le cautivan para nuevamente recrear un nuevo génesis de vida que comienza en cada anochecer y que reilumina el universo. Donde cada quien tiene el lugar que le corresponde conforme a su mérito y nombre.