La belleza que mata

 




Y la palabra que la remata


Si es que palabras bonitas las hay muchas, tantas como mujeres bellas... Mas bien pocos son aquellos que saben tratarlas como corresponden, porque requiere gran menester y cierta distinción el lograrlo. Algo que con tiempo y voluntad se puede. Pero tenga cuidado, ya que tiempo y belleza no suelen ser buenos compañeros de viaje, siendo el primero quien suele canibalizar al segundo. 

Es por eso, porque la belleza tiene algo de agresivo y/o algo radical que rompe con lo vulgar y confiere una singularidad o virtuosidad en el corto espacio tiempo. Por eso en sí misma, la belleza  incluye un componente agresivo masculino en algo esencialmente bello-femenino. Mas acaso un gesta cualquiera, no implica cierta belleza en su acción? Así es que lo masculino y femenino tienen su diferente grado y dominio, siendo nuestra apreciación personal quien emite veredicto.

Entonces si la belleza va de juicio, esta entonces si está limitada a ciertas formas, maneras y proporciones que si se cumplen agradan al alma o al contrario nos hacen rehuir consciente o inconsciente. Entonces lleva al imperativo por superviviencia-sentido-común a ser muy cuidadoso hacia donde se deja lleva el ojo, ya que como bien dice el dicho, “ojos que no ven corazón que no siente“ pues puestos a elegir que sentir, que sean mejor cosas positivas para el órgano del amor.

Así es como la belleza en sí genera un sentimiento al observador, más lamentablemente no siempre es positivo, ya que puede tambien atraer todo tipo de juicio real o ficticio hacia el observado, que sencillamente este tiene algo que quien critica le gustaría tener pero que por X razones no tiene y siente esa carencia en sí, la cual le genera odio u malestar, sentimientos muy peligrosos que uno debe bien saber dominar.


Ahora bien, por Dominio la belleza tiene largo recorrido en la historia, cuantos bellos rostros han implicado océanos de sangre, como palabras inapropiadas en su espacio y tiempo, errores que cuestan mucho y son difíciles de rectificar. Es la capacidad de expansión que tienen ambas palabras-bellezas la que nada ni nadie puede pararlas, en su agresión permanente visual u auditiva, movilizan los corazones sin límites. Siendo paradójicamente la palabra la primera arma creada, comparte puesto con la existencia en si misma como acto de Belleza, porque no hay nada mas hermoso “Que querer SER lo que uno ES“, por eso el juego de la vida es ocupar nuestro lugar y espacio correspondiente, ya que todos tiene un Trono que ocupar, en función de su mérito.


Por eso rematemos a la muerte para hablar bellamente.